«Me siento cansado, es verdad, pero confieso que he sido y soy feliz». Este es el WhatsApp que Pablo María de la Cruz envía a su familia y amigos tras pasar una (otra) noche en cuidados paliativos del Hospital Clínico Universitario de Salamanca. Cuando tenía 16 años le diagnosticaron un Sarcoma de Ewing. A los 21 los médicos le han comunicado que su enfermedad ya no es tratable. Le queda poquísimo tiempo de vida y él acaba de cumplir su gran deseo: consagrarse a Dios y, cómo el mismo ha expresado, «vivir en obsequio de Jesucristo».