Si soy el dueño de bien y del mal, si yo decido qué es el bien y qué es el mal, puedo hacerlo todo: hasta matar. Cuando alguien se endiosa así convierte el mundo en un infierno.
Dios tiene un camino de plenitud para todos y cada uno. Lo ofrece a nuestra libertad.
Escucha aquí un comentario al evangelio del primer domingo de cuaresma